Nuestra salud no es un juguete para los niños

Marcos tiene siete años, desde que nació sufre insuficiencia renal crónica y alguna cosa más. El 25 de diciembre, día de Navidad, ingresó en el hospital porque, tras más de seis meses de espera, el día 26 le iban a operar de un pie. Debido a su enfermedad renal siempre que requiere una intervención, por leve que esta sea, ingresa el día antes, le cogen una vía y le ponen suero. De esta manera su riñón, porque solo tiene uno, no sufre por el ayuno. Esto se traduce en pasar una mala noche, sumada a los nervios, antes de la operación. El caso es que el día 26 a eso de la una de la tarde su cirujana entra en la habitación y le dice que no le pueden operar, que debido a la huelga no hay personal suficiente y que se tiene que ir a casa y esperar una nueva cita para su operación. La historia que les acabo de contar es real, punto por punto, excepto el nombre del niño. Tan real como que les estoy hablando de mi hijo.




El Hospital Universitario La Paz, en Madrid, en el que tratan a nuestro protagonista, es el mejor de España en lo que a pediatría de refiere y uno de los mejores de Europa, lo cual es tanto como decir que del mundo. Por supuesto es público. Un hospital público como esos hospitales o centros de salud que, según la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid, son ineficientes y deben ser gestionados por una empresa privada. Dificil de creer, viendo, como llevo viendo siete años, a gente venida de cualquier rincón de España, e incluso de Europa, para que atiendan a sus hijos.

Mientras escribo esto la asamblea de Madrid estará aprobando, cuando lo lean ya lo habrá hecho, la Ley de Medidas Fiscales y Administrativas de la Comunidad de Madrid para 2013 en la cual se incluye la externalización de la gestión y el servicio sanitario de los seis hospitales de gestión mixta de la región y de veintisiete centros de salud. Este número se entiende, atendiendo a las bondades anunciadas por el Consejero de Sanidad, como una experiencia piloto de cara a su extensión en un futuro próximo. 


Me causa estupor como Lasquetty asume su incompetencia para gestionar eficientemente la sanidad madrileña
Lo que más estupor me causa es la desfachatez con la que el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty y Blanc, muestra a los cuatro vientos su manifiesta incompetencia para dirigir la consejería en cuestión. Puesto que incompetencia absoluta es decir que la Comunidad de Madrid gastará menos dinero en Sanidad cediendo esa gestión a una empresa privada, que esa empresa ganará dinero y que la calidad del servicio no se verá resentida. Una de dos, o lo que el consejero nos cuenta es mentira en alguno de sus puntos, todos sabemos en cual, o es verdad y debería dejar su puesto en favor del gestor de esa empresa que va a obrar el milagro de ahorrar dinero público, hacer ganar dinero a su empresa y dar el mismo servicio que hasta ahora. Como digo me resulta curioso reconocer que vas a ceder tus competencias a una empresa y que esta lo va a hacer mejor y más barato que tú y seguir sentado tranquilamente en tu sillón. 

Por otro lado, no puedo evitar hablar de los perjuicios que la huelga está ocasionando a los pacientes. Mi caso es sólo uno de las más de 5.000 operaciones canceladas o las 40.000 consultas pospuestas. No se como, lo reconozco, pero creo que tenemos que buscar otra medida de presión alternativa a la huelga. El ciudadano no puede seguir siendo un rehén, más en casos como este, por mucho que estemos de acuerdo con los motivos de las protestas. Por supuesto que hay que dar visibilidad al malestar ciudadano y profesional pero todos sabemos que las huelgas, más aún cuando son en el sector público, ocasionan mayor perjuicio al usuario al que supuestamente defienden que al gestor contra el que protestan. No es como una empresa privada que, ante la previsión de pérdidas económicas, se replantee su postura. El objetivo es que sea el afectado el que haga cambiar de posición al gobernante de turno y todos sabemos que no suele dar resultado. Menos aún en un país como España donde prácticamente ningún político asume responsabilidades por sus actos.


La marea blanca, de continuar la huelga, amenaza con llevarse por delante el apoyo ciudadano
Dicho esto no entiendo como un gobierno, elegido para un periodo de cuatro años, acomete una reforma de un sector tan delicado, que va más allá de su gestión en el tiempo, sin contar, previamente, con el consenso de los demás partidos políticos, los profesionales sanitarios y los ciudadanos afectados. Es más, ha sido tal la torpeza al hacerlo de esa manera que otras medidas, que podrían ser positivas, han quedado totalmente eclipsadas. No olvidemos que la mayoría parlamentaria representa únicamente a la mayoría de votantes y que la única forma de representar a la sociedad en su conjunto es alcanzando un acuerdo mayoritario. Si hace tiempo pedíamos, desde este blog, un pacto por la educación que no decir en el caso de la sanidad.

No tengo nada en contra de la sanidad privada, yo mismo he hecho uso de ella en alguna ocasión, pero sí lo tengo de que me obliguen a utilizarla y la financien con mi dinero. No podemos consentir que nuestra salud quede en manos privadas, que como es lógico buscan el beneficio económico, sin nuestro consentimiento. En España sólo se pregunta a los ciudadanos cada cuatro años y nuestros gobernantes consideran nuestro voto como un cheque en blanco para hacer lo que les plazca hasta las siguientes elecciones. Nuestra salud no es un juguete para niños que pueda ir cambiando de unas manos a otras buscando el mejor rendimiento. Muy al contrario, vemos que los niños, como en tantas ocasiones, son los más afectados.


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