Las balas de fogueo de la nueva ley de enseñanza

El anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa presentado por el ministro Wert ya desde la exposición de motivos inicial comienza a dar señales de despropósito. En el texto se afirma que “todos los alumnos tienen un sueño”. No sé si será un error tipográfico en el que se les ha colado el indeterminado "un" y en realidad se pretende constatar el estado onírico en el que se encuentran muchos de nuestros alumnos enfrentados a un sistema educativo todavía estancado en costumbres y directrices pedagógicas propias de otros tiempos y que llegan a la ESO ya hastiados y con la motivación por los suelos. Un sistema en el que la educación es sinónimo de fábrica de montaje en la que se rellenan los cerebros de nuestros hijos con datos y más datos para ver si con la saturación no se convierten en personas críticas y libres sino en presas del aburrimiento y del control. Así dejarán en paz a los políticos confabulados con el poder económico y se dedicarán a lo que se tienen que dedicar en un futuro: a consumir sin pensar para hacer cada vez más ricos a los que ostentan ese poder financiero. 



En el primer apartado de los motivos ya advierte que los alumnos tienen diferentes grados de talento y que la educación debe atender a esa diversidad. Otra forma de decir que los que son incapaces de llegar al mínimo exigido por su falta de capacidad o por su desgana podrán decidir con premura su entrada en la formación profesional. Es decir, no se buscan soluciones al fracaso escolar sino que se asume y los “fracasados” irán por otro camino. Pero que no se aflijan, porque en vacaciones se podrán dedicar a algo más que a estudiar contraviniendo las recomendaciones del profesor de latín del instituto de "excelencia" de la Comunidad de Madrid.

Las ideas o valores que pretende fomentar la ley son:

 

La autonomía de los centros


Todo el proyecto está lleno de intenciones y de repeticiones cansinas de voluntades, sin especificar cómo se va a incrementar la autonomía de los centros. En Finlandia, ejemplo de sistema educativo de alta calidad, la gestión de las escuelas depende de los municipios, que financian al 55% sus escuelas (el 45% lo aporta el Gobierno). Pese a esa autonomía, tampoco hay grandes diferencias entre los resultados de unos y otros. El Estado establece el «currículum nacional» –contenidos y competencias a adquirir– y el horario escolar. Pero los centros son plenamente autónomos para elaborar los planes de estudios. El PP con su nueva ley pretende aumentar la autonomía de los centros suprimiendo la obligatoriedad del miembro del Ayuntamiento en los consejos escolares y dando más poder al director del colegio. No especifica si habrá financiación estatal a programas específicos de los centros. Nuestra organización territorial en comunidades y la transferencia de la educación a las mismas hace que éstas definan el plan de estudios y que el estado sólo fije el 65% del currículum y de forma poco concreta. El choque de competencias está servido. Además la aplicación de evaluaciones nacionales externas que impiden la promoción del alumnado parece contradecir la deseada autonomía de los centros.

La empleabilidad


En cuanto a la Formación Profesional el anteproyecto se limita a definirla y a especificar los tres ciclos que la compondrán, así como sus objetivos. La ley simplemente dice que se incluirá una fase de formación práctica en centros de trabajo y que regulará las condiciones y requisitos básicos que permitan el desarrollo de esa formación dual. No se concreta absolutamente nada. La prueba de la poca importancia que se le da es que puede haber alumnos exentos si acreditan experiencia previa. Por supuesto también se obvia la dramática situación de desempleo general en España y las lamentables cifras de paro juvenil incrementadas considerablemente por la política laboral de este gobierno. Buena forma de fomentar la empleabilidad: abaratando despidos y precarizando la contratación.

El descenso del abandono escolar


La ley se pierde en una dialéctica que mezcla conceptos como calidad, igualdad, mediocridad, desidia. Nadie sabe lo que pretende decir: ¿no hay calidad sin igualdad o no hay igualdad sin calidad? Queda claro que la calidad es importante pero ¿hablando de ella conseguiremos una enseñanza de calidad? ¿Conseguiremos que nuestros alumnos dejen de abandonar el colegio y que no adquieran los conocimientos a un nivel aceptable?

La calidad se consigue con medios, con dinero, no con recortes. La calidad se consigue con un profesorado bien formado y bien pagado. Se consigue con los medios suficientes, con inversión. Todo lo contrario de lo que este gobierno está haciendo. Las reválidas o “sistemas de control” no bastan para conseguir esa calidad que tanto se anhela. Si la evaluación se realiza al final sólo servirá como una señal más de que el sistema ha fracasado. Hay que invertir en educación pública que es la única que garantiza la cohesión social y la igualdad de oportunidades, que para eso pagamos los impuestos. En Finlandia el presupuesto dedicado a Educación es del 6,2% del PIB, en España del 4,7. Los finlandeses tienen un 96% de escuela pública, los españoles un 64. Ellos no tienen que pagar ni material escolar ni incluso la comida hasta las puertas de la Universidad.


Shanghai, que ha tomado el relevo como lugar con alta calidad de enseñanza, basa su éxito en la calidad de los maestros. Eliminó el sistema de "escuelas clave" que concentraba recursos sólo en los mejores estudiantes y las escuelas de élite. Aquí creamos Bachilleratos de Excelencia para unos pocos.

La libertad de elección


La Consejera de la Comunidad de Madrid Lucía Figar ya insistió en que la libertad de elección fuera uno de los principios de esta ley. El PP da una importancia extrema a la libertad de elección del tipo de enseñanza y utiliza esta cuestión para fomentar la educación concertada en detrimento de la enseñanza pública. En esta ley beneficiará a los colegios concertados, que en España, en su mayoría son católicos: se pasa de un periodo máximo de cuatro años para renovar los conciertos a un mínimo de seis en primaria y cuatro en secundaria. Esto es una puerta abierta a las renovaciones automáticas. La parte de la ley que dice que se tienen que garantizar las plazas escolares ya no especifica que sean públicas. Si hay suficientes públicas esto ya no será excusa para denegar un concierto a un colegio privado.

Mejorar el nivel de conocimientos en materias prioritarias


El aumento de horas lectivas en materias troncales supondrá una disminución de las dedicadas al resto de asignaturas. Habrá una saturación de horas de Lengua, Matemáticas e Idioma que ya suponen actualmente un grueso porcentaje de las horas lectivas. Es lamentable el ninguneo de asignaturas como Educación Física, Música o Educación Artística puestas al nivel de Religión en un estado aconfesional y la payasada de retirar Educación para la Ciudadanía dando más importancia a la alternativa a religión, asignatura que ya existía y que ahora se llamará Valores Culturales y Sociales en primaria y Valores Éticos en secundaria. Esto último a petición de los obispos que siempre han querido un alternativa dura que incremente el número de alumnos que eligen Religión. Me imagino que en “Alternativa” se prohibirá hablar del matrimonio igualitario para todo tipo de pareja y de la ley actual del aborto hasta que llegue la retrógrada nueva ley de Gallardón.


A nuestro querido ministro de Educación y a su partido lo único que le interesa es separar a los alumnos entre listos y menos listos, entre chicos y chicas, a los menos capaces mandarlos a trabajar, bueno, perdón, al paro e ir acabando con la escuela pública favoreciendo la concertada religiosa, contentando así a la Iglesia Católica que tampoco quiere que a los alumnos se les hable de igualdad y de derechos civiles.

Parece ser que la falta de recursos materiales y personales de nuestra enseñanza; la escasa motivación de alumnos y profesores; los modelos que ofrecemos desde la sociedad; la falta de futuro digno para nuestros estudiantes; la inversión en investigación; el exceso de horas de clase; el sistema que fomenta la memorización, que atribuye una importancia desproporcionada a las evaluaciones y que menosprecia la creatividad, la sensibilidad y la curiosidad, así como la conciliación laboral y familiar que impida la soledad y falta de supervisión de muchos de nuestros hijos, son temas que no interesan a nuestro gobierno. Pues estos temas y no otros son los que harán de nuestros alumnos y alumnas unos adultos capaces de hacer de este mundo un lugar más habitable y más justo y conseguir una educación de buena calidad y a la que accedan todos y todas en las mejores condiciones.




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